bajoneado.


Crisisdeidentidad me trae por los suelos. Hace unos días andaba la mar de bien, relajado, limpio y con ese tipo de iluminaciones sensei que: o te ponen a cantar Walking in Sunshine, disfrazado de tortuga moña, o te meten a un comercial de Fabuloso, o te hacen prenderle fuego a una anciana en la parada del autobus, o simplemente te encierran en el puto baño a madrearte la cabeza contra el lavabo preguntándote porqué a nadie le importa el autoestima de Gutierritos y los na'vi.

Pero en mi caso, chinga, me llena de un ansia y un miedo inexplicables. Como esos sueños donde te persigue un frijol gigante tratando de comerte en un caldo de gallina, representando tus demonios interno pro-veganos. Así de pendejo e ininteligible. De verdad me gustaría ver a un psicoanalista, Gregory House o (a lo menos) la chacala con aires de Platón que duerme en la iglesia. Me gustaría que me explicaran medio racionalmente de
donde sale esta angustia constante en semejante existir sin oficio ni porvenir (de pronto me salió lo Garcia Lorca).

No tiene nada que ver, pero desde hace mucho sé que soy adicto a cargar mis culpas; no, no soy de esos adolescentes bien cool que culpan de sus desgracias a papá, al de biología, al wey que limpia los coches, a Cosmo, a Wanda y a Matt Groening. Siempre he aceptado mis culpas, las que me pesan, y soy objetivo para mandar a la chingada con regocijo a los males ajenos que me joden. Pero nunca las dejo ir, y en esos momentos que la mayoría de personas decentes usarían para pensar en una polla o en la ante-pre-posada de diciembre, mi cerebro se escabulle a mordisquear el montón de lamentos y karmas que me persiguen. Y lo peor es cuando se vuelven tóxicos, cuando se hacen insoportables y físicos, y solo quiero reventarme los nudillos contra la ventana, o cortarme con las tijeras barrilito de mi hermana.

Ahora, eso es lo que siento. Pero no es el tormento de una perorata jamas dicha en la fila de un banco o los platos de unicel que mordisqueaba en las kermeses o el morreo que nunca le metí a una ex novia tántrica; ahora es angustia llana y nula. Y no sé de donde carajo apareció cual bodysnatcher, pero no me siento el mismo... Por lo menos no el pendejete recién adicto al tuiter que se descojona de risa con las tonterias de Kurt como si la vida no pesara como un paquidermo con diarrea. Ahora soy... soy gris. Como esa escena de
Antichrist, cuando Willem Dafoe le dice a la Gainsbourg “eres verde, se verde”, y al acto ella se confunde entre el pasto.

Asi estoy ahora, confundiéndome con el concreto. Soy concreto, y los tormentos caminan sobre mi. Ah, mi Serrat interior esta muy coqueto hoy...

p.d.01: Mañana voy a dejar otra solicitud de empleo a otra cafetería.
¡¡Mucha mierda!!

p.d.02: Estoy leyendo World War Z, de Max Brooks. Empecé donde la dejé antes de volver a las (insufribles) clases de violín. Solo puedo decir que es enorme, y que me hubieran enseñado mejor la historia zombie en vez de las mamadas de Juaréz en la secu. He dicho.


(arriba) Chrome, de la pintora Alyssa Monks. Si, pintora, weón.

2 comentarios:

RESET reset RESET dijo...

Haaaa... que nostalgia.. hecho de menos esas angustiantes crisis de identidad.. me recordaban estar vivo...!!!

gavilan dijo...

ains alguna vez he comentado que me encanta ese rollito del chihuahua ajjajaja

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