the crack inside your fucking heart is me.

Dormi hasta las 16:00. Di vueltas en la cama y regateé con Morfeo hasta las 20:00. Según mi madre, tengo el sueño limpio: “no es lo mismo que el de un vagabundo, un alcohólico o un drogo”. Va, sigo con mis tacos. Lastima que lo que sobre sea suciedad en mis noches... y no, no soy sexualmente sarcástico.

La ultima vez, soñé con Marilyn Manson. De alguna extraña forma, un chico de cabello arenoso a quien conocía de toda la vida y cuyo nombre olvidaba, conseguía que el reverendo se interesase en mi trabajo como diseñador gigaamateur. Me ponía feliz, me ensanchaba una sonrisa idiota en el rostro, repasaba y escupía sobre mis fotos sin sentido y mis plastas digitales.

Teníamos un desayuno a las 11 de la mañana (cosa rara, desayune con Susan y Elena a esa hora el dia siguiente). Sin saber como cojones, termine corriendo por la ciudad buscando partituras para Miranda. Fuck. Telefoneaba al chico de cabello arenoso, y decía con hilo de voz que llegaría tarde. Contestaba, con voz propia de Samara Morgan, que me esperaria. El maratón seguia. Me recuerdo cargando un enorme contrabajo por el Centro. Me recuerdo sorteando taxis neoyorquinos y mentando madres a guapas y patéticas concertistas. Recuerdo, con todos sus arrobados detalles, a Miranda, dedicándome un gesto burlón.

Volvia a correr. Mi cerebro puso fastmotion, y en un parpadeo estaba en una soleada y fresca placita sospechosamente parisina. Solo faltaba un gordo con acordeón. El chico de cabello arenoso me recibía con una calma sonrisa, y una playera que me gustaba. Entre suplicas y mentadasdobles, preguntaba por Manson.
“Se retrasó” decía, “llega a la una”. Bien, comeré cala. Recuerdo a mi ex-ex-ex, o tal vez fuera Susan, sentada a mi lado. Ellos parlaban sin cesar. Yo tamborileaba los dedos sobre un portafolio negro, de esos que siempre he querido tener. Como en todos mis sueños, las personas se borroneaban alrededor, como si llevase as pupilas empañadas. En mis sueños, solo puedo enfocar en primer plano, creo.

Manson llegaba. El rostro embadurnado de maquillaje a lo
Antonella Arismendi. Y era rubio, con ojos vidriosos, fatiga permanente. Le saludaba con un apretón, y me sentia electrificado. La misma sensación de pajearme escuchando Tourniquet. El chico de cabello arenoso y la chica indefinida lo palmeaban. Supongo que discutimos sobre mis fotos, y que en algún momento solte un “Brian, eres la razón por la que mi mundo es una maravillosa y estudiada porquería” o “cantame The Speed Of Pain, maestro”. Pero no lo recuerdo. Por milagro apenas recuerdo ese sueño.

Corte a: lo que debía ser un edificio. Lo veo idéntico a esa casa donde se hospeda Brunilda en una novela de Kafka. Gris y empolvado, y obligadamente parisino. Había gente, mucha gente, atestados en una estrecha escalera. Debíamos estar en la segunda o tercera planta, porque la escalera seguia hacia abajo. Y había mas gente, dispersos en un patio húmedo. Follaban, o fumaban, o leían enormes diarios. Yo queria follar, follar bien, o fumar, o leer. Pero estaba atrapado en el descanso de la derruida escalera, adherido a la pared desconchada.

Manson se sentaba unos escalones sobre mi; el chico arenoso morreaba con otro chico arenoso a mi lado. Pensaba en Homero Simpson besando a su clon, y me reia. Manson esbozaba lo que se pretendia una carcajada, pero no la terminaba. Sabia que jugueteaba con una de mis fotografias entre los dedos, pero no podia verla. Mis sueños suelen ser como películas retorcidas, y aquel era un plano dijo que me estaba jodiendo.

“Empiezo una gira el próximo año... ¿te gusta? Tori Amos me abrira los conciertos... ¿te gusta Tori Amos?” Seguramente estallaba en hosannas y demás, pero tampoco lo recuerdo. Recuerdo al otro chico arenoso metiendo un porro en mi boca. Me recuerdo asentir con la cabeza. Recuerdo al primer chico arenoso prendiéndole fuego. Recuerdo el leve bullicio en la escalera. Recuerdo que algo, una figura liquida y negra, apareceria en cualquier momento. Y nadie sabia como esperarla. Nadie sabia como recibirla. Pero sabían quien era. Y yo, estupidamente, me preguntaba quien, acaso Tori, acaso Marty McFly, acaso yo. El reverendo quizas leia mi cabeza, y su expresión indescifrable se disolvía en negro. Yo me disolvía en negro, y alguien me truncaba los créditos finales.

Mataria por dias como ese. Lastima que solo exista suciedad en mis noches.



nota mental: le debo un post a Have a Nice Life.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola nene
me gusto tu entrada de esperando a godot (por q fue la unica q entendi) :-)
eres raro y tus fotos son raras y crueles y violentas
creo q deberias sonreir un poco mas seguido jajaja
saludame a Memo
te mando muchos besos :-)
ay el muchacho de los ojos tristes jajaja q lindo!!
te quiero puto

Anónimo dijo...

atte: la mas sexy de la Lindavista

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