all apologies.


Un día cómo hoy, la fortuna y el destino hicieron patente su incapacidad de hacer lo bueno y lo correcto, y convirtieron a Kurt Cobain ya no en cadáver, sino en mito urbano, deidad de los copycat, aluvión de discos platino post-mortem, premio de consolación para la intrascendente escena grunge, resabio de felicidad para la generación que creció creyéndose Ginsberg por hacer graffitti afuera de la prepa, el ídolo de masas y símbolo sexual que siempre renegó ser.

La muerte convirtió al pródigo de Aberdeen en todo aquello que siempre despreció, la sátira de una farsa de un pretendido provocateur.

Ése cinco de abril, mientras dios estaba en su cielo y los hombres se endulzaban con asfalto y formol, y la fortuna y el destino se tocaban los cojones a capricho, Kurt se convirtió en la sombra de si mismo, la calca de un niñato junior con peinado imposible que sólo quería hacer canciones y romper su propia madre, sus propios argumentos, su íntima idiosincrasia. Supongo que por eso lo amo de ésta forma: porque los dos queremos arder en los mismos fuegos.

Se murió él y no Axl Rose (1). Eso demuestra de una buena vez que dios no existe.


(sin comentarios.)


(0) Special thanks a Pedro y a Isaac, que me recordaron
prontamente que hoy era uno de esos días.


(1)
Y, por si no lo sabían, odio Guns N' Roses.

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